Dos años tenía huyendo la familia Villavicencio desde que la guerrilla interceptó el autobús escolar de su hijo de siete años y les dejó saber que eran un objetivo militar.
Me detuve a contemplarlo, a hacer un vasto trabajo de campo, divisando los cuadros de su abdomen, demorándome en su asta erguida, rosada, recorriendo visualmente los vellos de sus piernas, sus mulos, para estacionar mis pupilas en sus nalgas, en aquellas lindas, circulares… ¡Ya va!… ¿Qué hay en esas nalgas?
Esta es una de las preguntas que escucha con más frecuencia un venezolano en el extranjero. Es también la más difícil de responder. ¿Cómo ordenar como una fila, por fecha, nombre y sitio, veinte años de violaciones de los derechos humanos?